viejas haciendo mamadas y recibiendo un oral

En un día mi tía Elvira decidió simplemente relajarse en la cama. Ella cerró los ojos y suavizó la mente. Se imaginó en un lugar de paz y placer. Era un lugar donde las viejas, como ella, podían mamar y recibir placer oral. Ella se encontró en un sitio soleado con dos amigas mayores compartiendo la dulce suavidad de sus bocas. Ella misma se sentía desinhibida, abriendo sus labios y explorando cada centímetro de su piel con profunda sensualidad. El dulce suspiro de satisfacción era oído por toda la habitación, mientras sus lenguas bailaban juntas al compás de la sensualidad. Los movimientos de su boca eran cada vez más eróticos a medida que su pasión crecía. Ella se veía en ese momento como si fuera la mujer más joven y hermosa del mundo. Cuando los momentos de placer llegaron a su fin, todas se quedaron tumbadas, sin aliento y empapadas en sudor. Una noche de mamadas y placer oral que ninguna olvidaría jamás.