milf maldito viejo

En la mañana siguiente Carolina pasó al lado del despacho del Milf Maldito Viejo. Su corazón latía rápido, sintiendo una excitación a la que había desconocido objetivo. Se acercó con cuidado al viejo despacho, deseando que nadie pudiera percibir su presencia. Cerró la puerta tras de si, sintiendo una lugubre oscuridad en el ambiente. Se acercó al enorme escritorio en el centro de la habitación, con la única luz de la lámpara de la mesa, atrayéndola hacia el anciano que se encontraba de pie frente a ella. Le otorgó un dulce beso en la boca al Milf Maldito Viejo y se deslizó contra sus brazos, rodeada por su olor a cedro. Su piel se cubrió de un leve sudor mientras sus manos recorrían el contorno de su cuerpo hasta colocarse entre sus piernas. El Viejo emitió un gruñido profundo mientras Caroline continuaba sus caricias aún más hacia abajo, con la misma determinación incansable con la que repitió incesablemente el nombre del Milf Maldito Viejo.