mamada sensual y dura

Fue el encuentro más esperado por los dos. El deseo había alcanzado un punto de inflexión sin precedentes. Estaba lleno de caricias, abrazos y besos. Las manos de ella tocaban su cuerpo con pasión incontenible, sus labios rozaban sus suaves y firmes contornos. La mamada era cada vez más sensual y dura conforme aumentaba el deseo de los dos. Él, al sentir sus labios humedecerse, le apretó con fuerza la cabeza contra su miembro para que su dulce boca continuara acariciándolo. Su lengua tentada despertaba en él un placer intenso. Sus gemidos eran cada vez más recios y profundos. Tal era la intensidad de los movimientos que podía sentir sus suaves dientes arañarle la piel mientras sus labios excitaban su miembro. Se deslizaban hacia un recorrido donde el placer alcanzaba un nivel sin precedentes. Y mientras él gemía de gozo, ella sentía algo más que simplemente satisfacción; sentía la unión más profunda con él. Esta mamada sensual y dura les incitaba a desfogarse sin parar y a multiplicar sus sensaciones hasta hacerlas explotar.